Violencia escolar
Señor director:
Los episodios de violencia escolar registrados al interior y al exterior de los diversos centros educacionales de nuestro país parecen superar todo lo antes visto y, así los datos, diversos estudios dan cuenta de una sostenida alza de eventos que incluso pueden terminar en la muerte de un alumno.
El 17 de septiembre de 2011, nuestro país publicó la Ley 20.536 referida a la materia y en ella queda establecido que "se entenderá por acoso escolar toda acción u omisión constitutiva de agresión u hostigamiento reiterado, realizada fuera o dentro del establecimiento por estudiantes que, en forma individual o colectiva, atenten en contra de otro estudiante".
Con la primera parte del Artículo 16 de esta Ley queda claro que la preocupación del Estado y de los establecimientos educacionales no solo se reduce a lo que ocurre al interior de ellos, sino que faculta a la institución para velar por la seguridad de los niños/as y adolescentes fuera de su lugar de estudios, mientras que en la segunda parte de este se lee que la agresiones incluyen el "maltrato, humillación o fundado temor de verse expuesto a un mal de carácter grave, ya sea por medios tecnológicos o cualquier otro medio, tomando en cuenta su edad y condición".
Las cifras presentadas en 2022 por el Observatorio de Ciudadanía, Convivencia y Bienestar Escolar de la Universidad de La Frontera (UFRO) dieron cuenta que las denuncias sobre violencia escolar aumentaron en un 27 % (entre el segundo semestre de 2019 y el segundo semestre de 2022). En paralelo, la Superintendencia de Educación, entre el 1 de enero y el 15 de marzo de 2023 se registraron 374 episodios, de ellos 230 fueron entre pares, mientras que 144 fueron entre adultos y menores.
Para cooperar en la prevención de estas agresiones y en concordancia con la norma sobre convivencia escolar, al trabajar con las potencialidades de los alumnos es uno de los caminos que nos pueden ayudar a solucionar el problema. Creemos firmemente en que el desarrollo de una "actitud emprendedora", que promueve habilidades socioemocionales como el liderazgo, la creatividad y el trabajo en equipo entre los estudiantes, mejoran la calidad de vida de nuestros alumnos.
Desde el punto de vista de la academia, diversos investigadores dan cuenta del impacto positivo que surge al interior de las escuelas al implementar este tipo de programas: los alumnos están más apegados a la escuela (Durlak, Weissberg, y CASEL); aumenta la sensación de comunidad escolar entre los estudiantes y el compromiso hacia la escuela (CASEL a, 2007) y mejora el comportamiento y desempeño en el colegio.
Gabriela Merino
Fundación Juventud Emprendedora