Foto denuncia: Estacionado en la vereda
@SperHumano1 denuncia en Twitter: "¿Hasta cuándo se creen dueños de las calles? Población militar @MTTAntofagasta @jonathanplan9 @AntofagastaMuni".
@SperHumano1 denuncia en Twitter: "¿Hasta cuándo se creen dueños de las calles? Población militar @MTTAntofagasta @jonathanplan9 @AntofagastaMuni".
@CarabMicc dice en redes sociales: "Información preventiva para saber cómo actuar ante sospechas de aves afectadas por #GripeAviar entregó @CarabMicc 3ª Comisaría en el muelle histórico y borde costero".
Señor director:
Uno de los elementos esenciales y constitutivos del Estado es su territorio, es decir, aquel espacio del planeta donde el Estado ejerce su soberanía en beneficio del bien común de sus ciudadanos. El territorio de Chile está definido y reconocido por el Derecho Internacional a través de tratados y fallos internacionales, incluso algunos recientes, sin que los últimos textos constitucionales se hayan ocupado de ello, cómo sí lo hacía la Constitución de 1833.
Después de más de dos siglos de consolidación de nuestras fronteras continentales e insulares y mirando hacia el horizonte de nuestro mar, resulta necesario reparar algo fundamental: que el territorio físico del Estado de Chile es tricontinental, pues se encuentra ubicado en América, pero también en Oceanía y la Antártica. De allí surge un vasto territorio oceánico proyectado desde estos territorios continentales e insulares en dirección al Océano Pacífico, al Mar Austral y al Océano Antártico, creando una inmensa área marítima, suelo y subsuelo marinos, donde Chile debe ejercer sus diversos grados de jurisdicción, así como sus deberes, obligaciones e intereses marítimos, conforme a la legislación nacional y al Derecho Internacional Marítimo.
Esta realidad geopolítica, con un innegable destino marítimo, ha sido reconocida desde los tiempos de O'Higgins. Pero hoy nuestra seguridad y defensa ya no viene dada por la regla del alcance de la bala de cañón que originara la creación del mar territorial, con una extensión inicial de tres millas náuticas, y que posteriormente se extendiera a doce millas náuticas con fines de resguardo de la pesca y explotación minera del suelo y subsuelo marinos; consecuentemente, nuestro desarrollo y prosperidad no se agotan en la protección del límite de las doscientas millas de la Zona Económica Exclusiva o de la Plataforma Continental Extendida. Hoy Chile necesita dominar el ancho mar, pero no solo para proteger las primigenias libertades de navegación y comercio, sino que también la pesca, la facultad de tender cables y tuberías submarinos, la libertad de vuelo, de construir islas artificiales, de investigación científica, de ejercicios navales y, sobre todo, para contribuir a la mantención, preservación y orden del medio marino, de cuya vigilancia y control depende nuestra propia existencia en tierra firme, pues los fenómenos del crimen organizado internacional, la contaminación ambiental y el cambio climático deben enfrentarse ineludiblemente desde los océanos.
Juan Andrés de la Maza Larraín
comandante en jefe
Armada de Chile