Foto denuncia: Enorme zanja
Hace dos semanas se realizaron trabajos para reparar una filtración de agua en la calzada de calle Avelino Contardo, entre Avenida Argentina y Hermógenes Alfaro, pero aún el pavimento no es asfaltado.
Hace dos semanas se realizaron trabajos para reparar una filtración de agua en la calzada de calle Avelino Contardo, entre Avenida Argentina y Hermógenes Alfaro, pero aún el pavimento no es asfaltado.
@Gonzalo99084117 subió esta foto a Twitter para denunciar que: "Todos los días, tipo 21:30, el dueño de los inflables del Parque Brasil sube su camioneta sobre vereda y ciclovía sin dejar pasar por 30 minutos".
Señor director:
Hace ya un tiempo, la rabia ha venido permeando todas las capas de la sociedad. Lo vemos en los improperios escuchados en las calles, en la falta de tolerancia, en las redes sociales, en los discursos públicos e incluso en los convencionales. Y es muy complejo abordar los desafíos de un país cuando sus integrantes sienten esa emoción.
Martha Nussbaum, en un fantástico libro sobre el tema, nos dice que lo que es esencial en la rabia es el deseo futuro de sufrimiento al agente que la causa, un deseo de que tal agente esté mal, generando así un sentido de retribución. Aristóteles va en la misma dirección, añadiendo la idea de que la causa de la rabia es un menosprecio imaginado realizado por personas que no tienen razones legítimas de menospreciarnos.
Esa vulneración del valor propio, que es posiblemente lo que está detrás de la noción de dignidad, ha traído un efecto problemático: exteriorizar la rabia buscando el sufrimiento del otro por el solo hecho de causarlo. Pero al hacerlo, no se elimina el mal que dicho agente ya cometió. En consecuencia, el mal termina multiplicándose. De ahí que filósofas como Agnes Callard concluyan que la rabia no es justa ya que no se traduce en un esfuerzo por resolver un problema. Lo crucial es comenzar por ese reconocimiento, para reparar y, finalmente, perdonar. El país requiere pasar de la rabia a la reparación y al perdón.
Guido Larson Bosco
El VIH es otra pandemia y ha quedado invisibilizada por el coronavirus, pese a que, efectivamente, sus cifras han aumentado en la última década en Chile, siendo los jóvenes entre 15 y 29 años, los más afectados. El aumento es dramático en la población general: 63% casos nuevos al año. En Chile, según la OMS 2020, más de 77.000 personas viven con VIH. La curva de casos muestra un aumento de 7.000 casos nuevos entre 2010 y 2018, y en 2021, por probable efecto pandemia, disminuye a 5.031 casos nuevos. Lo dramático es que de esos casos nuevos 1.975 corresponde a jóvenes entre 15 y 29 años. Uno se infecta con el virus por contagio de persona a persona o a través de otros vectores animales u objetos contaminados con fluidos vivos como semen, saliva, sangre, etc. Y luego al infectar el organismo y dañar el sistema inmune se producen enfermedades secundarias a la patogenia. La trasmisibilidad va a ser alta en personas que no sean conscientes de su condición de infectados y en aquellos que no controlen su infección. Convivir con VIH actualmente es como tener una enfermedad crónica, si la carga viral es baja, la posibilidad de trasmisión es baja. Es fundamental hacer una prueba rápida de VIH con frecuencia.