Científicos presentan propuesta para que la nueva Constitución garantice cielos libres de contaminación
El proyecto es liderado por el doctor del Centro de Astronomía de la Universidad de Antofagasta.
Es ampliamente conocido que Chile y más específicamente la Región de Antofagasta cuenta con los cielos más limpios del mundo para la observación astronómica y sin embargo, de igual forma ésta se ve altamente afectada por la contaminación lumínica, algo que se replica en la zona norte.
Si bien existe una normativa ambiental para resguardar los cielos, ésta no sería suficiente para garantizar una protección eficiente y es por eso que un grupo de científicos de Antofagasta recurrió a la Convención Constituyente para que la nueva Carta Magna pueda entregar esta garantía legal de cuidado a la atmósfera.
El proyecto es liderado por el director del Centro de Astronomía de la Universidad de Antofagasta (Citeva), Eduardo Unda-Sanzana y apoyado por el Grupo de Expertos Autoconvocados (GEA) de la UA, que es conformado por académicos y científicos, con el objetivo de que la Constitución incluya en uno de sus artículos el derecho a una atmósfera libre de contaminación.
Unda-Sanzana también preside el grupo asesor del Ministerio de Ciencia y Tecnología e Innovación para temas de contaminación lumínica y quien además hizo entrega del proyecto en una reunión con las convencionales la doctora en microbiología Cristina Dorador y Dayyana González, la cual fue convocada por el gobernador regional Ricardo Díaz.
El borrador de norma constitucional detalla que el Estado reconoce a la atmósfera como un "bien natural común", el cual comprende desde el aire que respiran sus habitantes hasta el cielo a través del cual estos ven el espacio, añadiendo que "la protección y restauración de sus características naturales son objetivos de interés público y las tareas necesarias para su logro, son deberes del Estado".
El texto añade que "todas las personas y comunidades tienen derecho al disfrute de una atmósfera libre de cualquier tipo de contaminación", así como también que "toda persona, de forma individual o colectiva, tiene la obligación de que sus actos individuales o colectivos no contribuyan a establecer fuentes permanentes de contaminación atmosférica".
El problema que plantea Eduardo Unda-Sanzana es que si bien la normativa actual tiene vigencia en la protección de la atmósfera, ésta no sería suficiente, argumentando que en las últimas dos décadas la calidad de la atmósfera y del cielo para la práctica astronómica se ha ido deteriorando.
"Contamos desde fines de los 90 con una norma ambiental, que específicamente protege el cielo de tres regiones del país (Antofagasta, Atacama y Coquimbo) ¿Ha funcionado esta protección? Poco. En la práctica, tras casi 25 años, poseemos estudios recientes de evolución de contaminación lumínica que muestran que ha aumentado sostenidamente", afirma el astrónomo.
"Tenemos la oportunidad y la necesidad de dar una señal potente a las nuevas generaciones de Chile y al mundo entero sobre la importancia que damos a este tema. La protección del brillo natural de la atmósfera (en todo el rango electromagnético, de luz visible o invisible) es crucial para proteger la calidad de vida y salud de seres humanos y ecosistemas. Además de salvaguardar nuestra relación con el patrimonio cultural asociado a la contemplación del cielo, también cuidará la posibilidad de observar el espacio fuera de la Tierra, cimentando el rol de Chile en la astronomía mundial", explica.
En el texto presentado a las y los convencionales se plantea la creación de un estatuto especial que regule las obligaciones del Estado en la protección y restauración de las características naturales de la atmósfera, de modo de garantizar la existencia de condiciones que, a largo plazo, favorezcan la supervivencia de la vida en la Tierra, a la vez que permitan una continuidad de la valoración patrimonial y del quehacer científico relacionados con la observación de los cielos y del Espacio.
"Contamos desde fines de los 90 con una norma ambiental que específicamente protege el cielo ¿Ha funcionado? Poco
Doctor Eduardo Unda-Sanzana, director del Citeva