Decálogo constitucional
Señor director:
Independiente de lo bien intencionada que sea la propuesta del Presidente sobre los aspectos fundamentales que debiera tener nuestra Constitución, hay que sincerar que dentro de lo que él plantea, no hay absolutamente ningún tema que sea realmente novedoso. Es decir, es lo que podríamos decir el "desde" en una discusión como ésta.
El decálogo presentado, más parece la lectura del índice de cualquier Constitución o la suma de frases redundantes sobre un debate que debiera ir más allá de discursos rimbombantes con muchas luces y poco contenido.
Pese a ello, sí hay que destacarle al Presidente el hecho de aventurarse -aunque sea sucintamente- a entrar en un tema tan relevante para el país como es el de una nueva Carta Fundamental, y al respecto sí vale la pena resaltar ciertos aspectos que rondan las diferentes posturas sobre el apruebo y rechazo.
Partamos de la base que el caos no se apoderará de Chile si gana una u otra opción. La campaña del terror que nos ha acompañado desde el plebiscito del 5 de octubre de 1988, simplemente no tiene asidero avanzado el siglo XXI.
El apruebo no es sinónimo de marxismo-leninismo, como tampoco el rechazo es eco de fascismo pinochetista. Si alguien cree eso, es porque en 40 años no ha entendido absolutamente nada.
Tampoco podemos asumir que la eventual próxima Constitución va a borrar todo lo que la actual presenta, más que más, en el transcurso de sus más de 45 reformas, se ha ido ajustando a nuestra realidad país.
El gran tema que hay detrás nuestra próxima Carta Fundamental es, por un lado, replantearnos su contenido de cara al siglo que vivimos, y por el otro -quizá el más relevante- reemplazar aquellos vestigios dictatoriales que aún le quedan a la del '80 y que por los altos quórum requeridos, no han sido posible modificar.
Felipe Vergara Maldonado
analista político
Universidad Andrés Bello