"Pasamos de la culpa y la represión a la obligación de comprar juguetitos"
El sexólogo dice que si antes las parejas lidiaban con lo que les tocó, hoy se imponen metas que no tienen fin.
Camila Infanta S.
Hace poco más de un mes el psicólogo y doctor en sexualidad humana Rodrigo Jarpa Schäcker lanzó su segundo libro. Bajo el título "Me aburrí del sexo" entrega propuestas tentativas para salir del aburrimiento: "En parte el nombre traduce muy bien lo que me ha pasado".
Y es que Jarpa es crítico de las recetas tipo manual para salir de cualquier rutina o de lo que se catalogue como "fuera de lo normal".
"Creo que debemos cuestionar estos modelos de lo que deberíamos hacer en la cama o cómo deberíamos disfrutar del sexo. Hay demasiados deberes que terminan transformándose en dictaduras y en discursos súper tiranos", dice.
Entonces, ¿la sexualidad se debería vivir sin normas?
Con, pero con normas establecidas por cada persona. Es que esto de que cada uno es una persona única e irrepetible es como buena para frase de Facebook, pero la gente no se la cree mucho y no sólo en el sexo, sino que en todo tipo de cosas. Buscamos la aprobación social a través de parecernos y cumplir con los discursos normativos que al final terminan, sobre todo en el sexo, jugando en contra más que a favor. Creo que en el marco del respeto, debemos validar nuestra propia individualidad y valorar la del otro, pero liberarnos de los mandamientos y de las recetas de los sexólogos de matinal. Yo me reconozco, también he sido sexólogo de matinal, pero creo que debemos liberar esas recetas para todos, pues no somos todos iguales. No sirven para todos y el plantearlas, de alguna forma, manda ese mensaje y que a todos les deben funcionar, entonces, si no funcionan, preocupan.
¿Se están descartuchando los chilenos?
Sí, pero pasamos de la culpa y la represión a la obligación de comprarte juguetitos, de gozar y de tener que hacerlo no sé cuantas veces y salir de la rutina. A ver, está bien, quizás te sirva, pero no puede ser una cosa impuesta. Nosotros pasamos de que el sexo es malo, es pecado, a que hay que hacerlo todo el tiempo. Cambiamos la culpa por la angustia de no cumplir con lo normal. De la Biblia al Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.
¿Y cual sería la antireceta entonces?
Que cada uno se dé su propia receta. Obviamente, que implica un trabajo y tiempo, que son cosas que hoy parecieran escasear, y es mucho más fácil leerlo en un libro de autoayuda, pero así no funciona. Pero como dice un colega estamos enfermos de normalidad, y eso es lo que más veo en la consulta. Pasa mucho que parejas terminan no porque no sean felices, sino que porque creen que con otra persona podrían ser más felices y así pasan la vida. Y al final es una búsqueda que no tiene fin. Entonces el diagnóstico general es esta obsesión por ser normales y siempre desde lo fácil: que otro nos diga lo que hay que hacer.
El más difícil
Jarpa dice que hoy las parejas buscan la construcción de las relaciones más difíciles de la historia. Lo que nunca antes había ocurrido: ser felices para siempre. "Antiguamente, la gente se casaba con quien le tocaba hacerlo. Hacía lo que tenía que hacer y además vivía menos tiempo. Ahora, no sólo vivimos más, sino que además nos juntamos con quien amamos y buscamos ser feliz para toda la vida", dice.
¿El chileno es fiel?
Nos gusta creer que sí, pero no. La construcción de pareja que intentamos ahora monógama, donde conjugamos el amor romántico y el erotismo, es muy difícil. Ahora estadísticamente es casi más normal separarse que seguir con la misma pareja siempre.
En el libro dedica varios pasajes a los errores más comunes que se cometen tras una infidelidad. ¿Cuáles son los más recurrentes y los que se deben evitar a toda costa?
El primero es confundir el perdón con el olvido. Muchas veces se piensa que son sinónimos, pero una infidelidad cuando es dolorosa, lo más probable es que nunca se olvide. Al perdonar uno decide seguir y con el tiempo y con las cargas positivas va perdiendo peso el dolor, pero no se olvida. Además, está el interrogatorio eterno que lo único que hace es hacer daño. De qué es lo que hicieron, cuántas veces, dónde. En eso los hombres son insoportables.
¿Más que las mujeres?
En lo sexual, sí. El detalle sexual al hombre le interesa. ¿Tuviste un orgasmo? ¿Le hiciste sexo oral? Eso lo preguntan siempre y mi recomendación es que siempre diga que no (ríe). Es que ése es otro imperativo. El siempre decir la verdad y yo creo que en eso también está el no dañar a la otra persona. A veces lo veo en la terapia y de repente se tiran unos sincericidios y es como ¡noooooo! La sinceridad debe tener un límite.
¿Se supera una infidelidad?
Sí, pero con el menor detalle posible.