Profesores se despidieron tras años de amor por su vocación
Más de 160 docentes de la Corporación Municipal de Desarrollo Social participaron de una emotiva ceremonia en reconocimiento a décadas de trayectoria. Algunos de ellos contaron a este Diario sus mejores recuerdos y legado.
Veinte, treinta e incluso cerca de ciencuenta años de docencia tenían los 163 profesores de la educación pública municipal que ayer participaron de una emotiva ceremonia que dio un término simbólico a su trayectoria en las aulas.
Hasta el Teatro Municipal de Antofagasta llegaron los docentes, acompañados de familiares, amigos, colegas e incluso estudiantes que recordarán por siempre a sus maestros; sus enseñanzas, valores y anécdotas.
Durante la actividad uno a uno fueron subiendo al escenario para ser reconocidos por la alcaldesa, Karen Rojo, autoridades de la CMDS y regionales, como también concejales, quienes les entregaron un diploma y un recuerdo en honor a su gran vocación y dedicación ya que una parte importante de sus vidas la pasaron educando a decenas de generaciones de alumnos de las diversas escuelas y liceos de la ciudad.
"Estamos muy contentos del compromiso que tienen nuestros profesores. Muchos de ellos tienen cuarenta o cuarenta y cinco años trabajando en la educación y están tan comprometidos que incluso ahora insisten en seguir trabajando y entregando todo el conocimiento que ellos tienen, pero todavía les queda una etapa muy bonita que es dedicarse a su familia, a su vida, a desarrollarse de otra forma y seguir conectados con el mundo de la educación en las áreas donde ellos deseen desarrollarse", mencionó la alcaldesa durante la ceremonia. d
En el acto, que también contempló música y baile, el profesor Orlando Meneses, quien cumplió 48 años de docencia, dio un discurso de despedida en representación de sus colegas.
Algunas de sus palabras fueron: "uno quisiera quedarse toda una vida en el aula, sin embargo, también tenemos que entender que debemos de emigrar porque tenemos que dar paso a las nuevas generaciones, por lo tanto es una suerte de sentimientos encontrados" y terminó recalcando que "una vez profesor; siempre profesor".
Historias
Al igual que Orlando, muchos de los maestros estaban con sentimientos encontrados; varios se abrazaron una vez concluido el acto con la idea e ilusión de continuar viéndose ya que llegaron con colegas de su mismo establecimiento que también terminaban el ciclo.
Una de éstas fue Lina Rojas Lara, profesora de religión y luego orientadora con 21 años de trayectoria. "Es una gran emoción que reconozcan el trabajo y la labor que uno desempeñó durante tanto tiempo; hay colegas que tienen muchos más años y nos llena de satisfacción el trato que nos dan a los profesores que a veces quedamos un poquito desplazados de este sistema", comentó en la ocasión.
Lina también dijo que le gustaría enviar un mensaje a las nuevas generaciones de profesores. "Primero que nada, que vean que cumplir esta labor tiene que ser con una real vocación. Sin vocación cuesta, pero con ésta se hace mucho más fácil; con cariño para entregar todo lo que uno debiera dar a los niños; los valores para formarlos como personas, más que los conocimientos porque los valores quedan para toda la vida".
Acompañada de su familia expresó que ahora que dejó sus días en la Escuela Cerro Moreno podrá compartir más "con quienes uno ha dejado de lado en muchas ocasiones a los hijos...y a la vez ver en qué prestar mis servicios porque hay que seguir viviendo y mantenerme activa".
Otra de las profesoras que se retiró ayer fue Sara Díaz, quien impartió durante 29 años clases de historia y de educación general básica en la Escuela D-21. A la salida del Teatro mencionó que estaba muy emocionada.
"Tengo sentimientos encontrados porque yo quería seguir trabajando, pero bueno la ley dijo otra cosa, pero contenta por la trayectoria que tuve en la escuela. Estoy muy feliz y creo que lo más importante que uno puede dejar como legado es creer que todo se puede hacer. A mis ex alumnos que crean en ellos mismos, no porque nuestra escuela esté en la Bonilla deben pensar que son menos y que no tienen las capacidades", indicó mientras la saludaban dos de sus ex estudiantes, quienes llegaron a verla a la ceremonia.
Estudiantes
A la salida del auditorio del Teatro Municipal Sergio Díaz Montecinos, profesor de francés con 43 años de docencia en establecimientos como el Liceo de Hombres, Escuela Cerro Moreno, Escuela Gabriela Mistral, Escuela Arturo Prat Chacón, Escuela Italia y muchas otras más, comentó que "me siento satisfecho y creo que es el momento de dejar espacio a las nuevas generaciones. Ya resistí bastante, estoy pasado de la edad de jubilación así que es más que suficiente".
Recuerdo que tuvo muchos momentos anecdóticos con sus alumnos, pero que lo más bonito es el momento de encontrarse con los alumnos. "Es reconfortante cuando han pasado años y te saludan en la calle y te reconocen. Uno no los puede recordar a todos porque muchos cambian con el paso del tiempo, pero ellos se acuerdan perfectamente de ti y te agradecen; te dicen gracias profesor por lo aprendido, por usted soy así y ese es un tremendo premio".
Recordar a los estudiantes con cariño les ocurre a todos los profesores, siempre hay uno que los marcó y que los llevó a continuar realizando con cariño y dedicación cada una de sus clases. Es el caso de la docente de ciencias naturales María Cristina Virgilio, quien por 40 años estuvo impartiendo sus contenidos en las aulas, viendo el paso de generaciones tras generaciones.
"Es muy emocionante este día. Es una etapa cumplida y de verdad creo que cumplí con mi deber. Me gustaría que los profesores que vienen sigan la senda del buen camino y entreguen buenos valores porque nosotros nos convertimos en una segunda familia para los alumnos".
Mencionó que la marcaron varias generaciones y diversos alumnos que recuerda desde sus inicios. "En especial recuerdo a un niño de muy escasos recursos, yo lo invitaba todas las Pascuas a mi casa para que pudiera compartir en familia. Él debe tener ahora cerca de 38 años".
Los docentes una vez finalizada la actividad asistieron a un almuerzo de camaradería en un hotel de la ciudad, en donde continuaron recordando los buenos y también difíciles momentos que pasaron, no olvidando que su labor no culminaba allí porque como dijo Orlando "una vez profesor, siempre profesor".