200 años del cruce de Los Andes

Conmemorar los 200 años del cruce del Ejército Libertador de Los Andes es también recordar la unión entre dos naciones que marcharon al campo de batalla unidas bajo el mismo estandarte, nos tiene que remontar a que cada una de las acciones que realizamos es fruto de un proceso que conllevó a lograr nuestra libertad, república y consciencia de que pertenecemos a una comunidad nacional que no es producto del azar, sino del heroísmo de antaño que nos legó una herencia virtuosa que nos permite mirar a futuro, ser una nación libre, solidaria y comprometida con cada uno de sus habitantes, lo que hemos visto reflejado con profundo orgullo en cada prueba que como nación hemos tenido que afrontar.

Aun en momentos de angustia y dolor, como en cada prueba que debemos superar, el ejemplo de aquellos valientes que cruzaron Los Andes y triunfaron en Chacabuco hace 200 años, nos iluminan y hacen presente que nada es imposible ante la unión, convicción y entrega total por nuestra nación.

Es por eso que el heroísmo de antaño se ve reflejado en cada uno de los habitantes de nuestro país que va en ayuda de aquellos que lo han perdido todo, con convicción y entrega, en forma libre y decidida, sin presión más que la de su corazón en cruzar un sendero imposible y generando un servicio invaluable a nuestro país que cada día hace historia.

Francisco Sánchez Urra

Trump: La guinda de la misoginia

Trump y sus retrocesos sociales nos remecieron la tierra, pero también ratifican lo incomparable de la fuerza femenina; nos transformamos en cabecillas de la resistencia de esta presidencia que demuestra lo poco que el mundo entiende.

Fueron, mayoritariamente, hombres quienes lo eligieron. Habiendo escuchado sus grotescas opiniones, su oposición a libertades cruciales, su execrable insensibilidad e incluso excusando el manosearnos porque ser deseable es la epítome de nuestra función.

Trump, subliminalmente, comunica algo crucial; tenemos que observarlo porque es probable que sea veraz y que sus verdades redunden en las de muchísimos hombres.

Para derrotar la opresión patriarcal sistemática, tenemos que tener entendimiento de lo que la masculinidad es y, al parecer, ni siquiera el hombre comprende (mas allá del ejercer dominación). Tal como una ruleta Rusa, si cuestiona la acepción, va a ser impulsado a apretar el gatillo. El análisis resulta inconveniente al paradigma y el paradigma parece ser ubicuo y fácil.

Trump es un juego político, pero que trasciende la política: Es un llamado estridente a no seguir postergando la necesidad de definir lo que entorpece nuestra evolución.