¿A dónde va la sangre donada? Seguimos la ruta del vital líquido
Periodista de La Estrella por primera vez fue donante y logró conocer el recorrido que realiza el elemento después de su extracción y antes de ser utilizada en pacientes.
Desde chico, siempre le tuve miedo a las agujas. Sufrí durante mucho tiempo por problemas de asma y por razones que no entendía, a los ocho o nueve años debía inyectarme todas las semanas. Hoy poco me acuerdo y lo único que se me viene a la mente es ese terror por las jeringas.
De hecho, me arrancaba de las vacunas en mi trabajo y cuando me enfermaba prefería mejorar solo, antes de enfrentar esa imagen de la enfermera sosteniendo una aguja.
Por eso, lo que viviré hoy es importante. Resulta que donaré sangre por primera vez y tendré la oportunidad de saber hacia dónde irá este elemento, algo desconocido para muchos.
Lleno de nervios, llego hasta el subterráneo del Hospital Regional de Antofagasta, en donde se ubica el Banco de Sangre. Hay gente esperando y a un costado, sentados, algunos ya están donando. Más nervios siento.
Entregando el carnet de identidad, una señorita me toman los datos y me hacen algunas preguntas, sobre todo para saber si es que había donado antes y la respuesta es negativa, ya que cuando estuve a punto, me rechazaron por estar tomando analgésicos.
La trabajadora comienza a hacer el filtro con sus preguntas, sobre todo para no tener ningún riesgo tanto para mí como para el receptor.
Lo primero me lo dejan en claro: sólo puedes donar si pesas más de 50 kilos, haber tomado desayuno y no haberme hecho tatuajes en al menos siete meses...No tengo ninguno debido a mi fobia.
Pasé la primera entrevista y me hacen un pinchazo en el dedo para saber mi tipo y descartar alguna situación de riesgo. Luego me toman la presión: "Está un poco alta, eso es porque estás muy nervioso", me dicen.
Una vez que paso todos los filtros, me llevan a una sala privada, un poco sofocante. Es aquí donde me hacen preguntas más personales todavía, para descartar cualquier indicio de alguna enfermedad de transmisión sexual o alguna infección que se transmita por la sangre, siempre protegiendo al paciente hasta el último momento.
La ruta
Después de harto rato de preguntarme hasta el más mínimo detalle, llega el momento de la verdad. Es entonces cuando mi entrevistador, el tecnólogo médico y supervisor (s) del Banco de Sangre, Jorge Barra me comenta:
-¿Te dolió el pinchazo en el dedo recién?"
-No.
-Entonces no sentirás nada en la donación, porque la aguja tiene más filo, para que ingrese más rápido y tienes menos terminaciones nerviosas en el brazo. Es algo mental el dolor.
Y era cierto. Nunca sentí el pinchazo y eso que la aguja se veía temible. Ahí se quedó en mi brazo izquierdo, durante alrededor de 10 minutos. Un poco incómoda la posición, pero qué más daba, había superado mi propio miedo. Ni siquiera me mareé, como dicen algunos donantes.
"¿Te sientes bien"?, me preguntan cuando me levanto y yo asiento. Parece que el gran desayuno hizo su efecto, por lo que fue como si nada hubiese sucedido.
Tranquilo y contento por entregar los 450 cc de mi vital líquido, Jorge me reafirma que con eso es suficiente para salvar tres vidas ¡¿Tres vidas sólo con ese poco?! Y eso que es aproximadamente el 10% de la sangre del cuerpo.
¿Pero cómo es eso? Es entonces cuando vamos a la tercera parada de esta ruta sanguínea, donde sabremos qué ocurre con el líquido rojo. Antes de comenzar el tour sanguíneo, primero dejo en un buzón un consentimiento que firmé en la entrevista, para que puedan estudiar mi donación. Ahora sí vamos a este mundo desconocido.
Lo primero que veo es que mi sangre se encuentra en una bolsa etiquetada con códigos de barras, para así proteger mi identidad como donante y está completamente sellada.
Jorge me explica que en esta parada, el vital elemento tendrá que ser centrifugado en una gran máquina que se mueve bastante rápido (a unas 3.600 revoluciones por minuto), para así separarla en plaquetas, glóbulos rojos y plasma.
En palabras simples, el plasma tiene un color más bien amarillento y es principalmente agua con sales minerales. Las plaquetas tiene el color más oscuro de la sangre y son las encargadas de cerrar las heridas y por último los glóbulos rojos, son los encargados de transportar el oxígeno al cuerpo y se utilizan principalmente en las transfusiones.
Jorge explica que hay que tener las condiciones de temperatura para mantener la sangre y que cambia para cada componente. Así, los glóbulos rojos necesitan entre 4° y 8° C para tener una duración de 42 días; la plaqueta entre los 20° o 22° C y en agitación para durar sólo cinco días y por último el plasma puede servir un año, si es que permanece a -30° C.
El joven dice que uno de los problemas de las plaquetas es que un paciente puede ocupar hasta cinco o seis bolsas de forma inmediata, por lo que se obtiene por donante es muy poco. Ese es sólo un punto, dentro de todo lo importante que engloba a las campañas para tener donantes.
A medida que el profesional me explica cómo se hace el trabajo y los equipos utilizados, así como también sobre la importancia de la donación, más me sorprendo. Aquí todo es cuidado y nada es dejado al azar. Escuché que hay personas que tienen miedo de donar por el riesgo de contagiarse de alguna enfermedad, pero es tanta la rigurosidad en el proceso que no veo por dónde.
El recorrido de la ruta de mi sangre sigue y luego de la separación es la hora de analizarla. Pese a que pasé las entrevistas previas, aun así continúa el filtro en el laboratorio para evitar cualquier riesgo.
Jorge me dice que esto se debe a que en Chile por ley se deben realizar exámenes obligatorios para detectar casos de: VIH, hepatitis B y C, sífilis, Mal de Chagas y HTLV (virus linfotrópico humano).
Es entonces cuando veo dos grandes equipos en los que se realizan estos análisis, utilizando la más moderna tecnología. Sólo en cosa de horas, los científicos podrán saber si el paciente tiene resultados alterados. En resumen, si eso ocurre con mi sangre, en pocos días me notificarán y me entregarán los resultados en privado.
Si no pasa nada y toda la sangre se encuentra en perfectas condiciones, sin ningún indicio de algún tipo de infección, entonces el líquido se almacena.
Al final no tuve problemas con mi donación y por lo tanto me dicen que será destinada para cuando se necesite.
La bolsa que contiene mi sangre no lleva mi nombre y todo está en un código de barras. Éstas tienen información muy precisa sobre, el tipo de componentes, grupo sanguíneo, los exámenes que se realizaron y otros aspectos importantes y exactos como la fecha y la hora exacta en la tendrá su caducación.
"Nosotros abastecemos y recibimos sangre de Calama, Taltal y Tocopilla, por lo que estamos trabajando como un centro de sangre de la zona norte", agrega el profesional de la salud.
Ya estamos en la penúltima parada. El vital líquido permanecerá almacenado en la temperatura correspondiente, para así quedar lista para la solicitud, dependiendo del paciente.
"Los pacientes que requieren gran cantidad de donantes, necesitan cuatro unidades de glóbulos rojos, lo que significa cuatro donantes. Si también necesita seis plaquetas, ya tendríamos 10 donantes para este paciente y si aparte le piden otros seis plasmas, tenemos 16 donantes solamente en una persona", grafica Jorge con un ejemplo, sobre la importancia de ser donante.
Días después supe que mi sangre fue utilizada para la transfusión de glóbulos rojos a un bebé de sólo dos meses que tenía anemia aguda y estaba en la UCI Pediátrica. Gracias a ello y al trabajo de los profesionales, fue dado de alta.
Así, pude vencer mi miedo y al mismo tiempo sentir una alegría con mi propia persona, al saber sobre este bebé. Eso me animó a volver dentro de tres meses para volver a donar vida. Nunca se sabe cuando lo podrías necesitar.