Así trabaja el carnicero más antiguo de Antofa
Con 83 años en el cuerpo y 66 fileteando bistecs y lomos, Dagoberto Molina sigue feliz atendiendo su carnicería en calle Ossa y nos recomienda algunos cortes.
En la carnicería "Aconcagua" de Serrano esquina José Santos Ossa parece no pasar el tiempo. Mientras afuera los perros siguen a la cola de las personas que salen con un jugoso trozo de posta para hacer el almuerzo del día, dentro aún hay ganchos para colgar carne, como la época cuando no habían refrigeradores y había que dejarlos a la vista de los clientes. Dagoberto Molina Herrera (83) saca productos de la vitrina refrigerada, una de las primeras que llegaron acá a principios de los sesenta, una reliquia que hoy sigue funcionando como si fuera el primer día.
-¿Es verdad que usted lleva sesenta años de carnicero?
-Y tal vez más. A los 17 empecé a trabajar en carnicería- responde don Dagoberto después de pasarle un paquete de papel higiénico a una clienta.
En verdad, son 66 años en total fileteando lomos y bistecs. Casi siete décadas que se iniciaron cuando trabajaba con un señor llamado Mariano Anastassi, un italiano que le enseñó el oficio. Por entonces, la carne se cortaba a sierra de mano en un tronco de árbol. Olvídense de refrigeración: como no había, las vacas llegaban vivas de Argentina y se faenaban acá.
-La carne se colgaba no más, no había frigider, no había nada. Antes se carneaba en Antofagasta, ahí en Venezuela con Bellavista- cuenta don Dagoberto.
La carnicería se llama Aconcagua porque el primer local estaba en esa calle. Después se fue a Playa Blanca, después a calle Coquimbo y ahora lleva un par de décadas en Ossa con Serrano. Junto a su señora, Ninfa Zamudio y su hija, María Cristina, atienden todos los días a la clientela que urge por un pollo para su cazuela.
Don Dagoberto -casado, cuatro hijos- reconoce que en su época le gustaba el carrete que ofrecía la bohemia antofagastina de los 60. Jaranero, define. "La embarré mucho", dice. Fue así hasta que conoció a doña Ninfa y juntos se dedicaron a esta carnicería.
-Y ahí se enamoró de su señora...
-¡No! ¡Ella se enamoró de mí, no yo de ella!- se ríe.
Doña Ninfa cuenta que la carnicería se abrió el 28 de junio de 1962, un día después de su cumpleaños. En esa época aparecieron los refrigeradores para la carne y el matrimonio hizo la plata para comprar la maquinaria de su negocio. Compraron una cortadora de huesos, una moledora y la vitrina de exhibición que aún funciona. Lo que queda de esa época son los ganchos, que el mismo Dagoberto fabricó. "Todos obras de mi mano", cuenta.
Al horno mejor
-¿Le gustan los asados?
-A la gente lo que más le gusta es el filete, pero a nosotros más el lomo. Nos gusta al horno, ahora casi ni como carne...-dice. En su vitrina hay tutos de pollo, carne molida, un enorme trozo de posta negra esperando filetearse.
-¿No trae cordero?
-No trabajamos cordero porque no se vende rápido, y si pasan días se pone feo. ¡Si ahora está muy regodeona la gente!- vuelve a reirse.
El carnicero reflexiona del propósito de nuestra nota -porque el dato era que llevaba 60 años de carnicero- y dice a lo mejor que va más allá: él podría ser el carnicero más antiguo de Antofagasta. "No creo que haya otro. El único que quedaba de mis tiempos, el más joven, el Stjepovic, tenía un puesto en el mercado por dentro. Y otro carnicero... ¿cuánto se llamaban? Los Quiñones. Pero uno ya murió y el otro ya ni trabaja".
Don Dagoberto, de boina y con su delantal para manejar la carne, es alegre y bueno para la talla. Dice que está contento trabajando acá todos los días en una de las pocas carnicerías de barrio que aún se la pudieron contra la llegada de los supermercados. "Yo trabajo todos los días, y me siento bien", dice.