Jorge Aravena cuenta en primera persona juicio tras brutal parricidio
En 2006 dirigía a Cobreloa y en sus tiempos libres asistía a los juicios en el Tribunal. Así fue testigos de un caso que conmocionó a la ciudad. Padres de nacionalidad boliviana fueron encontrados culpables de matar a su pequeño hijo.
En una ciudad con escasa entretención, asistir a los juicios en Tribunales se convirtió en el mejor pasatiempo del ex técnico de Cobreloa, Jorge "mortero" Aravena.
Corría el año 2006 cuando era adiestrador del equipo naranja. En sus tiempos libres las alternativas para acortar el día eran pocas.
Un día pasaba por el tribunal, que en la época se ubicada en calle Sotomayor, muy cerca de la sede de Cobreloa, cuando consultó y le confirmaron que las audiencias y juicios eran públicos.
Amante del derecho, comenzó a asistir como público cada vez que no debía entrenar junto a su grupo de jugadores.
"Usted sabe que las entretenciones en Calama no abundan y la verdad que a mí siempre me ha gustado el tema del derecho, el tema judicial, entonces un día casualmente voy pasando por ahí y pregunté me dijeron que se podía entrar entonces empecé a ir", explicó el adiestrador nacional.
Desde esa tribuna fue testigo en primera persona de juicios que marcaron la historia de la ciudad, entre ellos un brutal parricidio registrado el 18 de mayo del año 2005.
Aquel día quedaba al descubierto el martirio que vivió durante mucho tiempo un menor de solo cinco años.
Sus padres lo torturaron y agredieron durante mucho tiempo. A la postre este constante maltrato terminó costándole la vida.
La investigación que realizó en la época el Ministerio Público confirmó algo que a toda luces resulto impactante.
Tras las pericias forenses a las que fue sometido el niño, se pudo establecer que en su pequeño cuerpo tenía 592 lesiones.
La violencia de la que fue víctima Juan de Dios Mejía García quedó reflejada en cada hematoma que exhibía su pequeño cuerpo de 98 centímetros de alto y apenas 22 kilos de peso.
El día en que se exhibieron la pruebas fotográficas de la condición en que había quedado el menor, coincidentemente Aravena asistió al juicio en compañía de su hijo, que en esa fecha tenía solo 12 años.
"En el segundo día de juicio la Fiscalía presentó imágenes del cuerpo del niño, de hecho fui con mi hijo menor que me fue a visitar, me cayeron lágrimas de ver las barbaridades que le hicieron al pobre chiquitito", relató el técnico.
Recuerda que fue la jornada más dura. Quizás la sensibilidad fue mayor porque estaba junto a su retoño.
Era imposible para él entender cómo los propios padres del niño habían sido capaces de cometer semejante crimen.
Su propio hijo fue quien le preguntaba impactado cómo habían sido capaces de hacer algo así.
"El me preguntaba cómo los papás podían ser así. Me acuerdo que dijeron aquella vez que no había ni un solo hueso que no estuviera fracturado, incluso había algunos que tenía, dos, tres y hasta cuatro fracturas, entonces era claro que lo habían torturado en diferentes ocasiones", relató Aravena.
El nivel de ensañamiento que existió contra el pequeño fue tal, que en algún momento las muestras de dolor debieron ser evidentes.
Esto se pudo comprobar luego que la autopsia arrojara en el cuerpo del niño la presencia de medicamentos utilizados para calmar algunas molestias, específicamente antiinflamatorios.
"En el fondo lo mataron a golpes, al final decía el fiscal", agregó conmocionado pese a los años, Jorge Aravena.
Pese a la crueldad con que ambos padres de nacionalidad boliviana actuaron contra el pequeño, durante todo el proceso en su contra no evidenciaron pena alguna.
No hubo momento durante el juicio que a uno de los dos se les viera afectado por lo que había ocurrido, ni derramando lágrimas de dolor.
"No hubo llanto, lágrimas, había una dureza extrema por parte de los padres que al final terminaba más conmovido uno que ellos, porque era difícil entender que no reaccionaran ni siquiera cuando veían las fotos de las condiciones en que quedó su hijo", relató el DT.
Todas las evidencias que finalmente se presentaron en el juicio, permitieron establecer que el menor falleció por asfixia por estrangulamiento.
El 25 de julio de 2006 la justicia alzó la voz con dureza ante los graves hechos que fueron descubierto un años antes en una vivienda en calle Chacabuco.
El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal estableció que Naldir Mejía, el padre del pequeño, era el autor inmediato y directo del parricidio, fue el mismo quien en el estrado reconoció haber golpeado en más de una oportunidad a su hijo.
A lo anterior se sumó la versión de un testigo que dijo haberlo sorprendido agrediendo al pequeño Juan de Dios.
Mientras que los magistrados determinaron que Kantuta García, la madre, infringió sus deberes como progenitora al no impedir los ataque sufridos por el niño, desestimando que su conducta se amparara en el miedo, ocultando la agresión. Se dijo también que era agredida.
El hombre fue condenado a cadena perpetua, es decir recién el año 2025 podrá acceder a algún beneficio.
Su mujer en tanto recibió una pena de 15 años y un día en calidad de encubridora. En la actualidad le restan cumplir alrededor de cuatro años de condena.
"Estoy seguro incluso que si una perra pare varios perritos y mata a uno por que los aplastó, hasta la perrita se sentiría más mal", remató Aravena.
Un caso que aún se encuentra en la retina de cientos de calameños que no podían dar crédito a brutalidad con que actuaron los padres.
Ellos siguen privados de libertad pagando por el alevoso crimen cometido contra su propio hijo.
Mientras que Jorge Aravena sigue recordando uno de los casos más dolorosos que presenció como público de los juicios durante el año 2006 en Calama, cuando dirigía el trabajo de Cobreloa.