Señales de que tienes un perro-hijo
@FranCorralS / Francisca Corral | Directora de fundacionjulieta.cl
Llegas a tu casa y ¿al primero que saludas es a tu perro? ¿Eres capaz de pasar por alto a madre, hermanos, señora o marido con tal de recibir su cálida bienvenida?
¿Planificas panoramas para el fin de semana que incluyen a tu peludo, si no, estos no te parecen tan atractivo? ¿Dejarías de lado un prospecto de amor porque a ella o a él no le gustan los perros? Si todas las respuestas son afirmativas te doy la bienvenida al club de los perros-hijos.
Dícese del perro-hijo aquel can que tiene un mejor amigo humano que lo trata como el más importante integrante de su familia, su cómplice, compañero de todas sus aventuras, oído de sus confidencias y hombro para llorar las penas de amor. En resumen tu perro lo es todo, o casi todo, para ti.
Esta columna en realidad no tiene otro fin que celebrar a aquellas personas que reconocen sin pudor este hecho. Porque más de alguna vez a uno le da vergüenza admitir que declinó un almuerzo porque al preguntar si podías llevar a tu amigo Spike te dijeron que no se aceptaban perros. Y uno haciéndose como el que no puede ir, pero la verdad es que no te acepten con tu perro es como que no te acepten con tu guagua, una real ofensa.
Hay otras claras señales de que tienes un perro-hijo: Eres capaz de madrugar para darle un paseo largo, anular un plan de fin de semana porque no quieres dejarlo solo o cambiar de hora una cita al doctor porque a esa hora lo tienes que pasear o darle de comer. Sufres en vacaciones mandando a cada hora mensajes de WhatsApp a su cuidador: "¿Está comiendo bien? ¿Lo está pasando bien? ¿Juega con los otros perros? ¡¿Se hizo una herida?! En definitiva, estás pegado al celular controlando su integridad.
Otros síntomas son que no podemos dejar de lado comprarle un "engañito" cada vez que se puede: huesitos para su dentadura en el supermercado, una ropita en el carrito del centro, una correa nueva, un collar de color distinto. Tu perro es el protagonista de la mayoría de tus redes sociales (en este último punto me incluyo por completo) y pones fotos de él haciendo la última "gracia", durmiendo o simplemente mirando el horizonte. ¡Tú lo encuentras total!
Por supuesto no puede faltar el compartir la cama con tu perro y, peor aún, que él o ella estén en la posición que quieran... Tú te adaptas a su comodidad, muchas veces haciendo sufrir tu espalda sólo para que él o ella estén lo más cómodos posibles. A la mañana siguiente -cuando tienes torticolis- dices nunca más, pero en realidad se repite todas las noches. Obviamente prefieres su compañía ante la de cualquiera y sin duda confías más en él. Piensas para ti mismo que no necesitas amigos con este súper partner que tienes. Hablas con él o ella, le cuentas cosas, le preguntas su opinión e incluso pelas a tu compañero de trabajo que ese día te la hizo difícil. En definitiva tu perro-hijo es tu mundo. ¡Y eso es genial y válido!
No te avergüences si tienes un perro-hijo, no todos pueden contar con la suerte de tener al más leal de los compañeros. ¡Celébrate!.
"Dícese del perro-hijo aquel can que tiene un mejor amigo humano que lo trata como el más importante integrante de su familia.
Sé responsable de lo que deja tu animal
A nadie le gusta ver, oler y menos ensuciarse los pies - o peor, el resto del cuerpo- con fecas. Es de un dueño responsable y considerado con los demás, recoger siempre los resto que deja su animal, ya sea con una bolsa o una hoja de diario (si desea ser más ecológico).