Los 25 años de la noble labor de Coaniquem en el Norte
Cada año ingresan en Antofagasta 600 nuevos pacientes a la fundación sin fines de lucro. En la capital regional se atienden niños de todo el norte de Chile e incluso del extranjero. Conozca sus historias en este reportaje.
Con total propiedad podemos decir que Antofagasta es una ciudad muy importante a nivel nacional. No sólo en el ámbito minero y económico, sino que también en rehabilitación.
Y es que en la capital regional se encuentra uno de los tres centros de Coaniquem en el país. Los otros dos están en Santiago y Puerto Montt. Por tanto, en el instituto de Antofagasta se atienden niños y jóvenes (hasta los 20 años y 11 meses) desde Arica hasta la Región de Atacama.
37 años
La labor que vienen realizando los profesionales de Coaniquem se remonta hace 37 años.
Fue en 1979 cuando se creó la Corporación de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem) y al año siguiente comienza una colaboración con la Unidad de Quemados del Hospital Roberto del Río.
En 1982 se abrió el primer centro de rehabilitación de Coaniquem en Santiago el cual empezó a atender rápidamente a los cientos de niños que sufrían quemaduras de diversa consideración.
Pasaron los años y a pesar que se abrieron oficinas de Coaniquem en todo el país, la segunda ciudad en tener un centro especializado fue Antofagasta (1991) y luego Puerto Montt (2006).
Eso sí, hace menos de tres años se inauguró el nuevo centro de Antofagasta, ubicado en el sector norte y que es mucho más grande que el anterior, ya que sus dimensiones son de tres mil metros cuadrados.
Sin embargo, desde principios de los '90 que los profesionales del Centro de Rehabilitación Antofagasta atienden día a día a varios pacientes. Así lo explica Isabel Olivares, enfermera universitaria y directora del instituto antofagastino.
"Cada año recibimos 600 pacientes nuevos, cuyas edades fluctúan entre los cero y 20 años. Dicha cantidad se suma a los pacientes antiguos y en total, nuestro establecimiento otorga cada año tres mil 500 atenciones profesionales", explica la profesional.
Pero detrás de toda la terminología médica, detrás de los "pacientes", hay niños y jóvenes, y los médicos y personal de Coaniquem bien lo saben.
"Me gusta mucho mi trabajo, ya llevo seis años aquí así que es por algo. Sin embargo, uno sufre cuando atiende a los chiquititos porque varias veces llegan con quemaduras graves pero sabes que tu labor puede marcar la diferencia y que el pequeño después estará mucho mejor", explica Claudia León, enfermera de Coaniquem Antofagasta.
Casos
Durante los 25 años de Coaniquem en Antofagasta han pasado miles de niños acompañados de sus padres tanto para tratamientos complejos como atenciones sencillas y prácticamente ambulatorias. Y como el instituto recibe a niños de las tres primeras regiones, varios pacientes no son de Antofagasta y un caso claro es el de Kevin Monroy.
El adolescente -que está a dos meses de cumplir 17 años- es oriundo de Taltal pero desde bebé viaja a la capital regional.
Según cuenta su abuelita, Gloria Linares, cuando Kevin tenía un año y medio se le dio vuelta un jarro con té hirviendo, quemándole el cuello y el pecho.
"Eran quemaduras tan profundas que estuvo más de un mes en el Hospital Regional. Luego lo llevaron a Santiago para hacerle injertos de su propia piel pero su cuerpo las rechazó todas".
Kevin ha estado prácticamente toda su vida asistiendo a terapias de rehabilitación y no duda en destacar la labor de los miembros de Coaniquem Antofagasta.
"El trabajo de los profesionales es excelente y eso se agradece porque cuando era niño viajábamos una vez al mes desde Taltal y era algo muy sacrificado, menos mal que en la escuela siempre me apoyaron, al igual que mi familia", cuenta Kevin, quien está en las últimas etapas de su rehabilitación.
Otro caso destacable es el de Paula Díaz Valdivia, una pequeña de apenas ocho años que desde los tres acude al centro de Antofagasta.
A diferencia de Kevin, que reside en Taltal, Paula es una pequeña que vive en Freirina, a 12 horas en bus de la capital regional.
Su abuelita, Alda Ángel, cuenta que es complejo viajar para los tratamientos de su nieta pero "gracias a Dios tenemos un familiar que vive muy cerca de Coaniquem, así que eso nos ayuda bastante".
La pobladora recuerda que Paula tuvo una de las quemaduras más comunes en los niños y fue por culpa del hervidor. "Cuando estaba por irse al jardín, Paula tomó el cable y se le dio vuelta el hervidor", explica doña Alda y su nieta lo confirma. "Justo dejó de hervir y fui a prenderlo y se me cayó (…) Me quemé harto y me dolió mucho".
La pequeña estuvo un mes en el hospital de Vallenar y más o menos a los cuatro años fue derivada a Coaniquem Antofagasta para comenzar los tratamientos de rehabilitación.
Los miles de pacientes destacan la esforzada labor de los funcionarios de Coaniquem, ya que es una entidad sin fines de lucro y, por tanto, no hay que pagar por los tratamientos, aunque lógicamente éstos tienen altos valores los cuales hay que costear y para ello mañana y el sábado habrá una colecta a nivel nacional, donde los voluntarios estarán con sus pecheras respectivas recibiendo los aportes.