Tras la devoción y los milagros de la Carmelita
Siete kilómetros camina Wendy Araya en medio del desierto más árido del mundo para llegar hasta el altar y agradecerle a la Virgen del Carmen de La Tirana.
Hace cinco años su padre Víctor retornó de vacaciones desde los Estados Unidos donde se contagió de un virus que lo mantuvo en extrema gravedad y con peligro de muerte. Los médicos le dieron pocas probabilidades de sobrevivir y Wendy sólo podía aferrarse a un milagro.
En ningún momento dudó en pedirle a la Virgen por la salud de su padre. Y el milagro llegó, ahora Víctor Araya está totalmente recuperado y con una vida normal.
Para agradecerle, hace cinco años que comenzó a caminar desde el cruce del pueblo hasta el templo. Ahí, los siete kilómetros se traducen en más de cinco horas. Cuando recuerda el milagro no oculta su emoción.
"Es algo increíble, mi padre ahora está bien y todo gracias a la Virgen del Carmen. Por ello siempre, todos los años, vendré a darle gracias porque mi padre sigue a mi lado", dice la mujer, quien no puede seguir con su testimonio ya que la emoción y las lágrimas en sus mejillas se lo impiden.
El de Wendy es sólo uno de los miles de testimonios que cuentan los peregrinos y fieles que llegan a La Tirana. Muchos de ellos lo hacen por devoción, pero otros, porque creen en la existencia de milagros.
La diferencia, es que éstos no se pagan con una placa, sino que de otra forma, con sacrificio, llegando al altar con sus cuerpos heridos, arrastrándose, avanzando de rodillas por el camino que da al Santuario o realizando bailes durante días, soportando las altas y bajas temperaturas de la Pampa del Tamarugal.
LA TIRANA
Durante once meses, el pueblo de La Tirana se ve desolado, con sólo mil vecinos. Pero a mediados de año todo cambia y resucita. Julio es el mes en el que La Tirana abre sus puertas a todos los visitantes. Como por arte de magia se habitan todas las casas y se construyen otras nuevas. Se alzan carpas y hospedajes dispuestos de mil maneras.
Durante diez días el pueblo sufre una completa transformación donde creyentes dedican música, bailes y ofrendas a su patrona la Virgen, en un espectáculo extraordinario y único en el país.
Es por estos días cuando abundan los relatos de favores concedidos por "la Chinita", como también llaman a la Virgen. La devoción popular se expresa tanto en los bailes que ofrecen las comparsas, como en los sacrificios de los peregrinos para pagar sus "mandas" y promesas. Algunos caminan desde Iquique hasta el pequeño poblado, otros sólo desde el cruce de la ruta.
Es el caso del joven Enrique Robledo, que a sus 14 años de edad camina desde el cruce hasta el templo para agradecer a la Virgen por el milagro concedido.
Su madre tenía cáncer y ahora está fuera de peligro de muerte. El estudiante de Alto Hospicio camina solo y su único acompañante es una botella con agua y su teléfono celular para escuchar música.
PETICIONES
Las peticiones más recurrentes a la Carmelita, son por enfermedades graves, trabajo o situaciones familiares difíciles de resolver. Todas las súplicas son expresadas con una gran devoción, en un ambiente de profunda religiosidad y de hondas emociones.
Hace algunos años, Walter Leyton, de Antofagasta, perdió el movimiento en sus piernas y sólo podía desplazarse de un lugar a otro en silla de ruedas.
"El año pasado le pedí a la Chinita volver a caminar y desde esa vez que me siento mucho mejor y voy notando que mis piernas comienzan a moverse de a poco. Tengo mucha fe que un día me voy a levantar de la silla de ruedas", dice el antofagastino que llegó a La Tirana para agradecerle a la Virgen.
A sus 59 años de edad asegura que la patrona del Carmen es milagrosa. "El año pasado iniciamos el compromiso con la Virgen y estoy seguro que ella me ayudará", expresa Walter, seguro y confiado.
BAILARINES
Yuliana Morales, baila y danza a la Virgen del Carmen desde los dos años de edad y ahora, a sus 16, sigue con la tradición para pagar una manda.
La joven se emociona cuando recuerda el favor que le pidió a la Chinita. "Mi abuelo estaba muy mal. Se iba a morir pero le pedí a la Virgen y él todavía está conmigo", relata.
Yuliana asegura que la Carmelita es milagrosa, y que no le importa ocupar sus vacaciones de invierno bailándole día y noche. Lo único que quiere es agradecerle a la Virgen del Carmen por su favor.
Sin embargo, no todos los que danzan lo hacen para pagar una "manda". Lilian Tapia, por ejemplo, baila por devoción y fe, especialmente por todo el sacrificio de estar en La Tirana. Es que la entrada de su baile fue a las tres de la madrugada, con muy bajas temperaturas. Por el día, en tanto, debe soportar el sol pampino.
"No es fácil llegar acá. Hay que trabajar mucho durante todo el año para reunir dinero y prepararse para la fiesta. En La Tirana bailamos por diez días a la Virgen para agradecer por todo lo vivido en el año y lo hacemos con el sacrificio de dejar a nuestras familias y casas en Iquique", reconoce Lilian.
CAMBIOS
Con el correr del tiempo la fiesta de La Tirana ha sido testigo de algunas transformaciones, aunque siempre ligadas a la devoción espiritual.
Según el relato de los propios bailarines y habitantes de la localidad, la celebración ha registrado cambios que, si bien no han disminuido el fervor de los creyentes, sí han ayudado a ordenar el sistema, disminuyendo el aspecto pagano que antes se apoderaba de las calles principales del pueblo y permitiendo que la religiosidad se apodere de una celebración mariana, cuya única protagonista es la Virgen del Carmen de La Tirana, dicen.
Las modificaciones pueden ser mínimas pero de total significación para quienes han acudido a la fiesta toda su vida y pueden percatarse del cambio.
Por ejemplo, las principales vías que rodean el templo antes eran terreno de los comerciantes. La venta de comida, vestimenta, imágenes religiosas y otros productos que a veces sólo se observan en este pueblo, formaba parte de la imagen típica de la celebración, debiendo compartir esos accesos con los bailes religiosos.
Antes tampoco existía mayor convivencia entre la Iglesia y las cofradías, debiendo éstas últimas determinar el programa de permanencia en el templo ya sea para saludar o despedirse de la Chinita.
Los bailarines además mostraban otro tipo de trajes, menos llamativos, sin luces, como las máscaras de diablo. Las mujeres incluso vestían polleras cortas, más arriba de la rodilla, muy similar a las del carnaval de Oruro. J