¿Qué nos dejó la Copa América en Antofagasta?
Debo reconocer -con mucha vergüenza- que recién ayer llegué al diario después de todos estos días de Copa América. Homenajeando al gran Arturo Vidal, tuve que pegarme unos lagrimones y explicarle al jefe que, como era primera vez que nos transformábamos en sede del torneo, recibiendo equipos extranjeros y todo, pasé todos estos días trabajando. No sé cómo me creyó. Tienes dos páginas, me dijo. Tate.
LA GENTE
Seamos realistas. Jamás, por ningún motivo, nos iba a tocar un solo partido de nuestra Selección. El centralismo se nota hasta en eso, tanto así que en Antofagasta tampoco quisieron dejarnos algún duelo de cuartos o semifinales, que nos hubiera dado la lejana ilusión de ver jugar a Alexis Sánchez en su región. Hubiera sido genial, ¿no es cierto? O por último uno de Colombia, tomando en cuenta la gran cantidad de amigos cafeteros que viven en la ciudad, ellos hubieran estado felices de gritar un gol de su selección. Pero no.
Como sea, el estadio para recibir los dos partidos que nos asignaron quedó espectacular tras la manito de gato que le echaron hace un par de años. El Regional Calvo y Bascuñán (que debe su nombre a Alberto Calvo y Miguel Bascuñán, quienes se la jugaron por terminar el estadio luego que casi lo dejamos a medias, en 1964) fue remodelado en 2013, con una inversión de $7.450 millones. Cualquier plata, pero no tenemos nada que envidiarle a ningún otro estadio del país.
Si bien no había mucho ambiente futbolero durante los días previos, la cosa se motivó cuando llegó la selección de Jamaica a Antofagasta. Ellos jugaban de locales, y fueron recibidos por el intendente con cuecas y danzas nortinas. El profe, don Wilfried Schäfer, miraba con curiosidad nuestros bailes, mientras los cabros tomaban y tomaban fotos. Debe haber sido una emoción grandísima para Shane Lewis, el único hincha que llegó al estadio a verlos. Si jugara el CDA en Indonesia, yo feliz sería el único ahí gritando.
"No somos muchos", reconocía Hugo Bernal, uno de los cientos de paraguayos que viven en Antofagasta. Pero era tanta la felicidad de ver jugar a su equipo en el Calvo y Bascuñán, que en el estadio fueron miles. Él, con ocho años residiendo en la Perla del Norte, viene desde San Pedro de Cuamandeyú, cambiando el húmedo clima guaraní por el desierto más árido del mundo. Pero está feliz viviendo acá, dice. "Ya me acostumbré al clima, es muy bueno el clima de Antofagasta".
"Estamos muy confiados por nuestra selección, de pasar aunque sea la primera fase y después ir avanzando. Al menos nosotros, estamos muy orgullosos", dice Adrián Gutiérrez, quien lleva dos años en la ciudad. No es para menos, todos gritaron el gol que Benitez le hizo a Jamaica, para desgracia del pobre Shane. Pero son las cosas del fútbol.
LA COPA
Como los ojos del mundo estaban acá, las horas previas a los partidos fue de intensa emoción. En el caso del partido Paraguay-Jamaica, se organizó un colorido pasacalle para alegrar la previa. A esa misma hora, en el mismo lugar, una marcha de apoyo a los profesores que están en paro. Fue curioso ver al mismo tiempo un mar de pancartas, bandas de bronce, y varios hinchas paraguayos perdidos que no entendían nada.
El recibimiento a los hinchas fue impecable, la seguridad y todo, pero ahí estaban mirándonos los famosos combos de 7 lucas de los que hablaba Guarello. Todo estaba dispuesto para enfrentar con dignidad el altísimo precio de las entradas. Doña Guacolda, que siempre vende bebidas y cafecito en el estadio cuando juegan los Pumas, estaba allá lejos, por el Parque Japonés, esperando la llegada de clientes. Y aunque el comentarista hizo un llamado a hacerse un libertario y humilde pan con mortadela, en el entretiempo igual hubo colas para comprar caro.
Los partidos estuvieron espectaculares, y de eso casi nadie duda. Si en algún momento el público estaba medio frío, el tipo que comenzó a gritar "¡CDA, CDA, CDA!" los motivó a todos. O cómo olvidar cuando llegó a entrenar la selección de Uruguay, en la que los niños corrían tras el bus a ver si podían conseguirse un autógrafo de Cavani, la firma más cotizada en lo que va de Copa América.
Terminada la Copa América, al menos en la región, se nos van los equipos de fútbol, pero nos quedan las obras. El estadio volverá a recibir a Club Deportes Antofagasta, los choferes ya no se volverán a quejar de los hoyos en Angamos porque la calle está parejita. Pero ojo, faltó el Parque Japonés. Lo tenemos todo, una sede espectacular, y uno sigue preguntándose, ¿porqué tan pocos partidos? ¿No merecíamos al menos uno de la selección? Al menos, ya demostramos que tenemos una excelente sede para futuros torneos.