El reloj marcaba alrededor de las 23:00 horas cuando el Cuerpo de Bomberos de Tocopilla recibió un llamado, en el cual se les solicitaba concurrir a un siniestro que se había declarado en la carpintería de la oficina salitrera Pedro de Valdivia. El calendario marcaba el día 12 de septiembre de 1972.

El llamado de no se hizo esperar y a las 23:30 horas, la comandancia dispone la salida de un carro bomba de la Cuarta Compañía, con voluntarios prestos en ir en ayuda a sofocar dicho siniestro.

Pero el destino dijo otra cosa, cuando el carro había pasado por la oficina de María Elena y cuando se aprestaba a cruzar frente a la exoficina Coya Sur, un desperfecto eléctrico hizo que el pesado vehículo cayera a una quebrada de aproximadamente 50 metros de profundidad, quitándole la vida a los dos jóvenes voluntarios, Walter Patricio Fernández, de la Cuata Compañía, y Luis Moya Garay, de la Tercera Compañía, que en el momento de la tragedia se encontraba haciendo el servicio militar en la ciudad de Calama.

Este fatal accidente ocurrió a las 01:06 horas de la madrugada del 13 de septiembre de 1972.

También la tragedia dejó varios heridos, entre ellos el conductor don Nelson Barrios, Félix Carrasco (actual superintendente), Miguel Fernández Aspe, el maquinista Juan Morey, José Tapia, Carlos y Luis Dubó.

Hoy en el lugar donde ocurrió este trágico accidente, luce un monolito, mudo testigo de un hecho que apagó la vida de dos jóvenes voluntarios mártires del Cuerpo de Bomberos de Tocopilla

Luis Durán Araya

director

Cuarta Compañía

'Bomba España'

El último Indicador Mensual de Confianza Empresarial, publicado en agosto, arroja uno de los ratios más bajos de los últimos años, llegando a niveles similares a los de la crisis subprime del 2008. Al respecto, valga la comparación con una de las ventajas competitivas de las empresas familiares un tanto desconocida: la confianza y la capacidad de tomar decisiones a largo plazo. Muchas empresas familiares pueden decidir invertir en un mercado, un producto o servicio que quizás no sea rentable durante cinco o incluso diez años, pero que a la larga, podría resultar muy beneficioso para la empresa. Esto, que se llama capital paciente, significa considerar opciones más estratégicas que la dependencia de expectativas de ganancias trimestrales.